miércoles, 11 de julio de 2007

El corazón de la tierra

Reconocer lugares vividos, la sensación de que todo ocurre por un motivo, que los círculos se cierran y que las historias inacabadas, separadas en un punto, vuelven a encontrarse. No es que no lo hubiera encontrado en libros anteriores, pero sí es la primera vez que se mezclan en una misma novela.

Con algunos tintes que recuerdan el realismo mágico sudamericano de “Cien años de soledad” y su sensación de plenitud, de conclusión, de que ni comienza antes la historia y que con su final todo concluye, su autor, Juan Cobos Wilkins, nos narra desde la serenidad de los hechos pasados, asumidos, aceptados y comprendidos, los sucesos acaecidos en la localidad minera de Riotinto y conocidos como “el año de los tiros”. El encuentro de la nieta del médico de la Riotinto Company Limeted John Francis White y Blanca Bosco sirve de excusa, de punto de encuentro, para indagar en aquel recuerdo de la niña (Blanca Bosco) que con ojos inocentes fue testigo de la represión de la cuenca minera que se rebelaba para acabar con las teleras, inmensas piras de mineral al aire libre que como ángeles del mismísimo Lucifer diezmaban las tierras de la propia cuenca. La nieta, huyendo de su realidad más inmediata, insiste en conocer a aquella niña protagonista de sus cuentos, para descubrir que esa experiencia se transformará en su propio bálsamo. Un paréntesis, un viaje a su pasado onírico que le permitirá continuar con su pesado presente.

La historia se deshilacha a ritmo cadencioso alcanzando sus flecos hasta nuestros días, convirtiéndose así en origen y motivo de acciones presentes, enlazándonos emocionalmente. Su autor, imagino que con el fin de la inmortalidad, juega a dejar firmas ocultas con sus personajes. Como padre mismo de las criaturas y ellas, a su vez, hermanas entre sí. Así, la niña Blanca se vincula al médico y a su nieta (White), condicionando su historia; su primer apellido (Bosco) es el mismo del autor cambiando el orden de sus sílabas; su segundo apellido, Alange, esconde el significado de su sobrenombre en la infancia ( Angela = Hada); el pseudónimo de Blanca como escritora, Jacobo Gil es una cacofonía del nombre del autor; su nombre de pila (el del autor), Juan, sinónimo de John, John Francis White; Juan Wilkins es, a modo de albacea, el remitente de la última carta de Blanca.

Trenzando realidad y ficción, autor y obra, obra y autor, emociona e implica al lector, de tal manera que él mismo, yo mismo, ya formo parte de la novela. El lugar donde vivo, que me vio nacer, es de origen inglés, se construyeron las primeras casas de salud de la Riotinto Company Limited a principios del siglo XX, mi nombre de pila homónimo del autor……. y como colofón, hasta el nombre de este blog está presente en los principales hechos de la novela….. El círculo se completa.


viernes, 6 de julio de 2007

Taranis II

Cargado con el delito de contrabando, el casco de acero del viejo velero esperaba su rescate. Un enamorado del reino de Neptuno acudió a su encuentro, permitiendo que no acabara como un pecio cualquiera o como un costillar oxidado en un almacén de la policía de aduanas. Renovado varias veces con cariño, actualmente presenta este aspecto. De origen chileno pero actualizado a las exigencias náuticas y europeas, se convirtió en el cicerone de algunos jauleros hace ahora aproximadamente un año.

¡Qué estupendo viaje!... Para algunos con multa incluida, aunque sin sanción económica.

No podía faltar este recuerdo en estas páginas. Calentamos motores e intentaremos repetir la historia. Ya sé que las jauleras más desinhibidas recuerdan a su capitán, y los jauleros de agua dulce nunca olvidarán la cornamusa.

Refrescante, ecológico….. Si la suerte nos acompañara no renunciaríamos a un paseo escoltado de delfines o incluso un baño entre ellos, un atardecer en el paraje natural Marismas del Odiel con una caipiriña de compañera.

En fin, no es mi intención daros envidia. En estos días de calor sofocante incluso aquí junto al mar, me refresco en el recuerdo de los buenos momentos compartidos… ¡ Joé qué caló!





Nota: Con especial dedicación a las jauleras, una fotillo de nuestro capitán Combes en un viaje por Venezuela. Sé que me lo agradeceréis.

martes, 3 de julio de 2007

Atrévete

Melódica pero convincente. Así la recuerdo. No era una orden, más bien una invitación. Dirigida a mí, también al resto del grupo, pero sobre todo a mí.

De las acciones nacen los progresos, también los fracasos, pero de la inmovilidad no hay secuela.

Traigo a estas líneas el recuerdo de aquel curso de desarrollo para directivos que gracias a la brujita muchos jauleros disfrutamos (gracias Tere). ¿ Cambiar?. ¿ A mi edad?

Lo habéis conseguido, sí. Es posible. Un poquito al menos. Conceder un préstamo hipotecario ante 700 profesionales, intentar coordinar una convención de 4 horas, un “papelito” en el camera café de la minicadena, caracterizar al primo de Tom Jones en versión española y, esto lo dejo a conciencia para el final, las conversaciones de “la veneno” y su pareja.

Y como consecuencia el blog.

El tiempo pone las cosas en su lugar. También en el sentido meteorológico. Al abrigo de un sol intenso, bañado de arena y mar…. abundante y amiga…. reparadora y cálida. Donde se desfatiga el alma y vacían las heridas…. la umbría.

No lo imagino de otro modo. A veces, el paraíso no está tan lejos…………